miércoles, septiembre 12, 2007

Alhambra

Aunque finalmente no pudo ser, no por eso deja de ser una de las maravillas del mundo. Hemos estado en Granada, hospedados en el Albaicín, al lado del mirador de San Nicolás frente a la Alhambra. El mirador era visita obligada día y noche cada vez que volvíamos de nuestras agotadoras andaduras por la Granada antigua, la morisca.



¿Qué se puede decir de la Alhambra que no se haya dicho ya? ¿Qué se puede mostrar de la Alhambra que no se haya fotografiado ya? Simplemente que ahí está, para ser admirada, para ser disfrutada. No se ha convertido en una de las nuevas siete maravillas del mundo, pero por su majestuosidad lo es. A pesar del guirigay de tantos guiris ensordecedores, me sorprendí a mí mismo abstrayéndome para oir el ruido del agua en la Alhambra. Ni siquiera el empeño de una turista sudamericana, todo el rato a mi lado, hablando por el móvil mientras seguíamos la visita por los palacios nazaríes, pudo romper el encanto y la magia de su belleza.



Ni la ausencia de la Fuente de los Leones, por motivos de restauración.

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Simplemente, no hay palabras.



O sólo una (dos en realidad): Al-Hambra, la Roja.

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