martes, febrero 26, 2013

Museo de la Corrupción

Resulta llamativo que, pese a la gran enjundia de este país y a la abundancia de casos de corrupción, nadie haya propuesto la creación de un Museo Nacional de la Corrupción. ¡Será por la crisis, digo yo! El éxito estaría asegurado ya que, en percepción de la corrupción, nos encontramos en un meritorio treinta puesto a nivel mundial empatados con Botswana, donde el Rey fue a cazar elefantes y se rompió la cadera.


Además, un museo de esas características debería interesar a los dos partidos mayoritarios por su amplia aportación al mapa de la corrupción española, accesible en Google Maps.


Aunque hay que reconocer que el PP se lleva la palma, lo que no significa que este em...Palma...do.


Google Maps también le dedica su mapa de la corrupción al PP en donde es número uno, sin discusión, en Baleares, Valencia, Galicia y Madrid.
Además, un Museo así tendría fácil su subsistencia con técnicas características del merchandising.


Podrían venderse los papeles de Bárcenas a un precio módico en versión facsímil.


O entrañables peluches como el oso Ted acompañando al Rey de España, famoso por su afición a la caza...



...y a decorar su casa con cornamentas.


Estoy convencido que un Museo de esas características daría un merecido prestigio a nuestro país.
Podría alternar sede entre la calle Génova 13 y la calle Ferraz 70, en Madrid, así como hacer exposiciones itinerantes por Mallorca y Valencia; pero eso son cuestiones a concretar ahora que, al parecer, ya no se puede contar con el Instituto Nóos.

sábado, febrero 16, 2013

Todos somos iguales ante la ley

Eso es, al menos, lo que dice nuestra Constitución. A la vista está que no se la debe leer ni el Tato. ¿Dónde está esa presunta igualdad? ¿Se mide por el mismo rasero, por poner un ejemplo, a Emilia, condenada a un año y diez meses de cárcel por hacer uso de una tarjeta de crédito que se había encontrado, por valor de 193 euros, que a los tíos de Felipe Juan Froilán de Todos los Santos de Marichalar y Borbón, quinto en la línea de sucesión al trono de España? Obviamente, no. A lo mejor es cuestión del nombre: cuanto más largo sea, menos probable sea acabar en el trullo. De ser así, las llamadas simplemente Ana, serían más proclives a acabar en la trena. Es el caso de la mujer de Diego Torres, el ex-socio de Urdangarín, que se llama Ana, Ana María para ser más exactos. Nada que ver ante una Cristina Federica Victoria Antonia de la Santísima Trinidad de Borbón y Grecia. Fiscal y Juez lo tienen claro.
En mi opinión, es una cuestión de pasta, simple y llanamente. En este país, está claro que es preferible robar millones de euros a hurtar 193 o alguno que otro más. Cuanto más robes, menos probable es que acabes en el trullo; véase, por tan solo citar un ejemplo, lo de Luis Bárcenas. No dudamos de la legitimidad de sus ingresos (¡es por decir algo!), pero ha ocultado al fisco una nada despreciable cantidad de pasta que nos obliga a muchos, a los de a pie, a ver reducidos nuestros salarios, a pagar más impuestos, a tener menos servicios...
¿Cómo se puede pertenecer a un Consejo de Administración y no percatarte de que se está robando dinero al erario público a espuertas? Los de la revista del Jueves, ya le dedicaron una portada: La Infanta es tonta. Claro que, esa tontería, es la que le va a permitir no verse imputada en los chanchullos, dicho finamente, de su marido, Iñaki Urdangarín, Duque de Palma (alias el duque em...Palma...do), porque a día de hoy, aunque en Palma de Mallorca le hayan retirado el nombre a la calle que le pusieron, sigue siendo poseedor del título.
¡Más le hubiera valido dedicarse a cazar elefantes que a presidir el Instituto Nóos, que no quiere decir Noosotros, por la Infanta y el Duque em... Palma...do!

Adenda:
¡Joder cuánta mierda está surgiendo! ¿Somos, acaso, un país de mierda?