lunes, agosto 12, 2013

Hécuba

Las sorpresas que me depara de vez en cuando mi mujer suelen ser tan interesantes como inquietantes. En esta ocasión, algo deseado desde tiempo ha: ver una obra de teatro clásico en el teatro romano de Mérida, en el marco del Festival de Teatro Clásico que este año celebra su edición 59.


La chincheta habitual en esta ocasión pasaba a segundo plano; la visita a un nuevo Patrimonio de la Humanidad no era el caso pues ya habíamos estado previamente en Mérida, en la Augusta Emerita. Sin quererlo, mi mujer acertó de pleno al elegir una de las tragedias de Eurípides que no había leído: Hécuba. Pese a ello, no resultaba complicado saber de qué trataba la obra y me lo planteé como el ejercicio de catarsis que usaban los griegos de la época cuando acudían al teatro a ver representada una tragedia sobre alguno de los mitos que conocían perfectamente.
Magníficamente interpretada por Concha Velasco, Hécuba es la historia de una madre que pierde uno a uno a sus hijos.


Primero durante el asedio de Ilion (Troya) y, luego, una vez tomada y saqueada la ciudad, convertida ya en esclava por las tropas griegas, de sus hijos Polidoro y Políxena. Y todo ello en una marco espectacular como es el Teatro Romano de Mérida.


Mi mujer, que no ha leído ni visto nunca una tragedia griega, reconoció al término de la misma que, en determinados momentos, se le habían puesto los pelos como escarpias; y no precisamente por el frío de la noche. Con un calor sofocante, el espectáculo se desarrolló bajo una luna escasamente creciente, nada que ver con el eclipse total de luna que ese mismo día tuvo lugar hace 2351 años, algunos menos que los de la obra de Eurípides representada estos días en Mérida y escrita en el año 424 a.C.