domingo, agosto 31, 2014

En fiestas

Durante todo este mes de agosto se celebran las fiestas patronales de muchos pueblos de la geografía española. El bullicio y la necesidad de diversión debe ser una costumbre ancestral del ser humano. Si, además, un pueblo se engalana para la ocasión, mejor que mejor.


El fin de semana pasado, tuvo lugar la Fiesta Medieval que lleva celebrándose desde el año 2000 en la villa monumental de Maderuelo, en Segovia. Todo el pueblo se engalana para la ocasión con la participación de sus habitantes vestidos de época para rememorar una época medieval.


Más bonito así que de esta otra manera:


Y, desde luego, mucho más auténtico esto:


que esto otro:

Aunque hay que reconocer que Maderuelo es bonito hasta con coches


Pero mejor si se los quitamos


Por supuesto, obligada visita a la ermita de la Vera Cruz, declarada bien de interés cultural, cuyas pinturas románicas pueden admirarse en el Museo del Prado de Madrid.



viernes, agosto 22, 2014

Lógica toponimial

La toponimia es una disciplina que se dedica al estudio y origen de los nombres propios de lugar, por eso lo de topos (en griego, lugar); nada de animalillos que se dedican a incordiar haciendo galerías por los jardines. Recientemente hemos hecho algún escarceo al respecto en este blog.
Un pequeño estudio de los nombres de las poblaciones de la Comunidad de Madrid nos lleva a una serie de planteamientos curiosos al respecto de lo que hemos denominado lógica toponimial. Del hecho que existan los municipios de Villamanta y Villamantilla, al sur de la Comunidad, podemos deducir varias consideraciones lógicas:
-el sufijo -illa, como diminutivo, indica que la población que la lleva es más pequeña. De hecho Villamantilla tiene 1238 habitantes frente a los 2514 de Villamanta (datos del INE del 1 de enero de 2013).
-las poblaciones acabadas en illa implican proximidad geográfica con el topónimo del que proceden (Villamanta y Villamantilla comparten término municipal).
Partiendo de estas cuestiones, hemos podido comprobar que, como suele ser lo habitual, la excepción confirma la regla. Si bien Garganta (de los Montes) está más poblada que Gargantilla (del Lozoya) y comparten proximidad, no es el caso mencionado en una entrada anterior de Cerceda y Cercedilla, poblaciones que distan tan solo 14 km. Más llamativo es el caso de Lozoya (625 habitantes)  y la que debería ser Lozoyilla, población que surgió a partir de unos emigrantes de Lozoya.

(El rollo de Lozoya, pedrusco que indicaba la consideración de villa con alcalde y juez propios)

Su nombre real es Lozoyuela y, actualmente, comparte ayuntamiento con Navas (de Buitrago) y Sieteiglesias. En conjunto 1216 habitantes. Al respecto hay que mencionar que el INE publica los datos del censo por ayuntamientos, no por poblaciones.

(Iglesia de San Nicolás de Bari de Lozoyuela)

Lozoyuela, además de ser más grande que Lozoya, tiene dos potros de herrar y en mejor estado de conservación que el de Lozoya.

(El olvidado potro de herrar de Lozoya)

En el caso de las poblaciones que terminan con la letra "o", el sufijo illo no suele indicar prácticamente nada; es el caso de Robledo (de Chavela) y Robledillo (de la Jara) o Valdemoro y Valdemorillo, en todos los casos poblaciones relativamente distantes. Para el caso de proximidad territorial, no se recurre al diminutivo, como por ejemplo Horcajo (de la Sierra) y Horcajuelo (de la Sierra), que sí cumplen la premisa de que el primero es mayor que el segundo.
Un caso llamativo, desde un punto de vista toponímico, es el de Alpedrete. A día de hoy no hay acuerdo sobre si el nombre se debe a que lo fundase un tal Pedrete o deriva del latín, Ad Petrum, por su abundancia de pedruscos.


La terminación con la letra "e" evita que exista un Alpedretillo o un Alpedretuelo.

jueves, agosto 07, 2014

Temblequeando por Mora

El habitual periplo Comunero nos lleva en esta ocasión a Mora, en Toledo. Si el 21 de agosto de 1520, las tropas imperiales incendiaron gran parte de la ciudad de Medina del Campo por negarle la población las piezas de artillería para el asalto de Segovia, otra de las perlas de las tropas de Adriano de Utrecht, regente de Carlos I y posteriormente papa conocido como Adriano VI, es el incendio de Mora el 12 de abril de 1521:
La guerra se va extendiendo, larga la lucha será. Un ejército imperial a Mora tiene cercada, la ciudad guarda silencio se diría abandonada. Con Zúñiga a la cabeza los imperiales avanzan. "Os rendireis los de Mora o Mora será arrasada". La artillería real logra quebrar la muralla, aguantan los defensores, hacen frente a las mesnadas. Luchando calle por calle, luchando casa por casa, van muriendo en el combate o en el suelo se desangran. Los imperiales se adentran, ya la iglesia está cercada. "¿Quién se refugia en la iglesia huyendo a nuestra venganza?" Son mujeres y son niños o son los viejos sin armas. "Si son mujeres o niños o si son viejos sin armas, Comuneros son también y morirán sin que salgan". Los reales prenden fuego, la iglesia ya está incendiada. Tres mil mujeres y niños y viejos que están sin armas se quemarán en la iglesia sin poder abandonarla. En silencia queda Mora, ¡cómo crepitan las llamas! (Nuevo Mester de Juglaría, Los Comuneros. 25 años después)


La Iglesia de Nuestra Señora de Altagracia donde tuvo lugar aquél horrible suceso, no es la de la foto porque la iglesia quedó en tal estado que hubo de ser reconstruida después de la Guerra de las Comunidades. Aparentemente, cuesta creer que cupiesen 3000 personas en el interior de la iglesia, pero una serie de comprobaciones aritméticas nos indican que incluso pudieran haber cabido más.
La actual iglesia rinde homenaje a las víctimas franquistas y falangistas de Mora de la Guerra Civil sin ningún tipo de referencia a aquellos otros hechos de 1521.


La visita a Mora era obligada por su pasado comunero, aunque hay que reconocer que podría haber sido una visita prescindible. Aunque existe un interesante Museo del Aceite, hay que reconocer que se trata de una población no muy bien preparada para el turismo.


Si visitáis Mora y os encontráis esta indicación, no la hagáis ni caso: os llevará a cualquier sitio menos a la Oficina de Tursimo de Mora.


Y respecto al plano de situación que se muestra, sencillamente, no hay palabras. La numeración de los monumentos en el plano está hecha por alguien que debía ser más aficionado a otros menesteres bastante más lúdicos que el de la información turística.
La principal ventaja de Mora es la proximidad de Tembleque donde se puede comer bastante bien y admirar la impresionante Plaza Mayor que no cabe en el objetivo de la cámara.




Bueno siempre cabe la posibilidad de temblequear un poco previo paso por Mora y rendir un sentido homenaje a aquellos más de 3000 mujeres, viejos y niños quemados vivos en el interior de la iglesia por las fuerzas imperiales de Carlos I durante la Guerra de las Comunidades.