viernes, noviembre 30, 2007

Reencuentro

Hemos estado en Tenerife el fin de semana pasado por motivos profesionales. Tenía ganas de ir porque allí reside un gran amigo mío desde los tiempos de la Facultad y al que había perdido el rastro hacía tiempo. Internet me permitió localizarle, aunque él no es usuario de las nuevas tecnologías, y pudimos contactar. A ambos nos hacía ilusión el reencuentro después de más de diez años sin vernos. Ni que decir tiene que fue muy emotivo. Diez años es mucho tiempo, pero aún así, como si no nos hubiésemos visto desde hacía tan sólo una semana, el feeling fue instantáneo. Nos pusimos al corriente de nuestras respectivas vidas, nos tomamos unas cervezas y nos reímos de muchas cosas. Nos llevó a Garachico en el único rato lúdico que tuvimos ocasión.



Como todo lo bueno, nos supo a poco. Es por eso que ya en el avión, de vuelta, empecé a buscar fechas y ajustar compromisos para volver a Tenerife, para volver a ver a mi amigo Carlos y a las dos personas que han hecho posible este reencuentro: Anita y Pilar, a las que, desde aquí, una vez más, les doy las gracias y un gran abrazo.

domingo, noviembre 18, 2007

Aquel 18 de Noviembre

Mis primeros recuerdos de la infancia datan de cuando yo tenía entre tres y cuatro años. En esos recuerdos hay una figura destacable que impregna los mismos: mi abuela materna. Recordar a mi abuela es recordar largas tardes en la cocina de la casa de mis padres al calor del hogar, asando castañas y oyendo la radio. O los paseos hasta el Puente, a una vaquería, donde mi abuela tenía una amiga y mis hermanos y yo jugábamos con los perros. O los helados que nos compraba mi abuela en un puestecillo en las proximidades de la Junta Municipal de Vallecas. Yo era el menor de cuatro hermanos y todavía no iba al colegio. Por las tardes, mi abuela y yo, tras un paseo, íbamos a buscar a mis hermanos.
Aquel 18 de Noviembre yo tenía fiebre. Según mi madre, tenía anginas y no podía ir con mi abuela. Cogí una rabieta extraordinaria porque yo quería ir con mi abuela a buscar a mis hermanos; pero mi madre no me dejó. Mi abuela me dio un beso y se fue. A la hora en que tenía que regresar, sólo se presentaron mis hermanos: la abuela no había ido a buscarlos. Mi madre se puso muy nerviosa; llamó a mi padre por teléfono, lloró, se desquició. Tardó horas en enterarse que mi abuela había sido atropellada por un camión circulando en dirección contraria mientras cruzaba por el paso de peatones. Murió prácticamente en el acto y dejándome el recuerdo de aquel último beso.
Me he preguntado muchas veces ¿qué hubiera pasado si yo no hubiera estado enfermo y hubiese ido ese día con mi abuela? Pero eso no son más que elucubraciones que nunca tendrán respuesta. Lo único cierto es lo que es y las consecuencias de lo que fue, así como las casualidades que se producen en la vida: justamente dos años después, otro 18 de Noviembre, nació mi hermana pequeña.

miércoles, noviembre 07, 2007

La importancia de llamarse Ernesto

Hoy, 7 de Noviembre, es la festividad de San Ernesto. San Ernesto fue un abad benedictino alemán, que en una peregrinación que hizo a Tierra Santa para visitar los Santos Lugares cayó cautivo en manos de los musulmanes, que le condujeron a la Meca donde después de haber sufrido innumerables penalidades y torturas, murió el 7 de noviembre de 1148, tal y como he podido leer en Internet.
Hoy, en mi familia, se celebran varias cosas: el santo de mi hermano y de mi padre, ya fallecido, y el que hubiera sido el aniversario de bodas de mis padres. La ausencia de mi padre será un motivo de tristeza para mi madre; pero, mi padre, seguirá estando en nuestros corazones mientras estos sigan latiendo, para recordarnos a todos mis hermanos y a mí, la importancia de llamarse Ernesto, como en la obra de Oscar Wilde.

viernes, noviembre 02, 2007

Lenga lenga

Hace unos años, un amigo mío natural de Kolwezi, en la provincia sureña de Katanga, en la actual República Democrática del Congo, antes Zaire, nos preparó una típica comida africana. Uno de aquellos platos recuerdo como se preparaba: el lenga lenga. A base de una verdura´cuyo equivalente más parecido en España es la espinaca, preparé el otro día este plato que se cocina con tomate, cebolla y sardinillas en aceite.



Mis hijas dieron buena cuenta del lenga lenga, y eso que no hubo ugali para acompañarlo. El ugali se prepara con sémola de maíz para formar una pasta que se come con los dedos acompañando a los otros platos. Nos acordamos mucho de nuestro buen amigo Mbuyi, que debe seguir por Suiza y que pronto será su cumpleaños.