sábado, diciembre 21, 2013

Alégrame el día

Este es el título del libro del escritor y crítico de cine Jesús Palacios que últimamente nos ha inspirado para "retomar" una afición un poco aparcada últimamente: el CINE (con mayúsculas).


Siempre me ha llamado la atención la confección de esas listas sobre las 100 mejores películas de la historia del cine, porque, además de haber muchas, suelen tener poco en común unas con otras. La subjetividad en el cine es lo que hace que una película que me pueda gustar a mí, no pueda gustarte a ti, querido lector, o viceversa.
Durante un tiempo, he estado dedicándome a recopilar algunas de mis secuencias (y/o frases) del cine que para mí resultan míticas. Deliberadamente he dejado fuera la escena de la escalinata de Odessa de El Acorazado Potemkin porque ya una vez traté sobre ella en otro blog. Junto a la escena de la ducha de Psicosis, debe tratarse de las dos escenas más elogiadas de la historia del cine.
Pero centrémonos en el tema, las aquí referenciadas no representan, necesariamente, un orden de prioridad.


Con faldas y a lo loco (Some Like It Hot, 1959, Billy Wilder): "Nadie es perfecto" en la secuencia final de la película.



De la extraordinaria película, La Princesa Prometida (The Princess Bride, 1987, Rob Reiner) una de las dos míticas frases, la de Iñigo Montoya. Robin Wright debutó en el cine en esa película en el papel de la bella Buttercup. Años después, hacía el papel de Jenny en nuestra siguiente película:


Forrest Gump (Robert Zemeckis, 1994), aclamada película ganadora de seis Óscars, lo que supuso que otra película que competía con ella, pasase a un injusto segundo plano:


Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994).
Hablar de gánsters y no mencionar El Padrino sería lo más parecido a un sacrilegio cinematográfico en toda regla:


Con El Padrino (The Godfather, 1972, Francis Ford Coppola) descubrí el concepto de montaje en paralelo. La vi con catorce años, al año siguiente de su estreno, gracias a que en aquella época los cines de verano eran bastante permisivos. Ese mismo verano vi otra película que, junto al padrino, despertó mi afición por el cine:


Cabaret (Bob Fosse, 1972), De la mano de Coppola y Fosse, llegué a descubrir un cine con mayúsculas: Citizen Kane, Acorazado Potemkin, Casablanca:


Casablanca (Michael Curtiz, 1942) es un clásico lleno de escenas míticas. Aquí hemos seleccionado el "siempre tendremos París", pero está el "tócala otra vez Sam" o "creo que este es el comienzo de una gran amistad".
Y como los clásicos llevan a los clásicos, es imposible no recordar a Charlie Chaplin en La Quimera del Oro (The Gold Rush, 1925, Charles Chaplin), del mismo año que El acorazado Potemkin.


O al inolvidable Groucho Marx en tantas y tantas escenas de películas cuasi surrealistas como Sopa de Ganso (Duck Soup, 1933, Leo McCarey)


El cine alcanzó el color para hacer grande una de las películas más famosas de la historia: Lo que el viento se llevó (Gone with the Wind, 1939, Victor Fleming, George Cukor, Sam Wood)


Aunque seguimos con el cine en blanco y negro durante muchos años más, pudimos seguir disfrutando de momentos maravillosos.
Dejaremos para futuras entradas más momentos estelares. Por hoy, es una buena dosis de cinemanía, no sin antes hacer referencia a la mítica frase que da título a este post: "Alégrame el día", de la película Impacto Súbito (Sudden Impact, 1983, Clint Eastwood)



sábado, diciembre 14, 2013

¡Se armó el belén!

Y no nos referimos a la película de José Luis Sáenz de Heredia de 1970 con el entrañable Paco Martínez Soria como protagonista. Llegan las Navidades y hay que montar el árbol y el belén, como todos los años, para alegría de nuestro gato Matute que se dedica a la caza de las bolas del árbol. A diferencia de otros años, en esta ocasión el belén lleva montado ya bastante tiempo, y no uno.
Todo empezó cuando mi mujer hizo un viaje con su padre y sus hermanas a Tierra Santa hace unos años. Se trajo un belén de Belén tallado en madera de olivo.


Hace dos años, con motivo de su estancia en Bolivia participando en un programa de cooperación con Enfermeras para el Mundo se trajo otro pequeño nacimiento.


A ese le siguieron dos nuevos nacimientos como consecuencia de otro proyecto de cooperación, esta vez en Nicaragua.



El descubrimiento de un puestecillo en Córdoba donde vendían pequeños nacimientos de algunos países sudamericanos incrementó la colección: Cuba y Perú.



A partir de ese momento, la casa se ha ido llenando de pequeños belenes recolectados por diferentes puntos de la geografía española.




Como Toledo y León.



Pero, sin lugar a dudas, fue a partir de este verano cuando la cosa se empezó a desmadrar un poco. El paso por Nápoles, ciudad con una extraordinaria tradición belenista, se dejó notar.




Este último, utilizando una cáscara de nuez como portal.


O el más pequeño de todos los nacimientos de la colección.


Este tiene la gracia de, aunque comprado en Nápoles, es peruano.
Y así, uno tras otro, la colección ha ido creciendo a un ritmo casi trepidante: Chinchón


este con Reyes incluidos, lo que le convierte ya, técnicamente, en un misterio, que no es lo mismo que un belén.
O los botijos de Oropesa (Toledo):



Mientras busco para regalárselo las figuritas del belén de playmobil, otros han ido enriqueciendo esta curiosa colección:




El último, este belén alemán:


Pensaréis que mi casa debe ser enorme para albergar tantos belenes. Os equivocáis, todos juntos ocupan bastante poco espacio


Pero he dejado, deliberadamente, uno para el final


Y es que este, aunque no sea sevillano, tiene un color especial:


¡Ah, por cierto! ¡Feliz Navidad!

jueves, diciembre 05, 2013

MacCocos

Durante mi estancia en la Universidad, debo reconocer que no todo fue ciencia; a veces, la ciencia resultaba un tanto aburrida. En aquella época, desarrollé un personaje que con el tiempo se convirtió en un personaje de cómic que nunca llegó a ver la luz: MacCocos.


En aquél cómic describíamos a los MacCocos como entrañables fantasmas que nada tenían que ver con los habituales personajes fantasmagóricos.



E incluso hacíamos un repaso histórico de MacCocos famosos en la historia como Mac el Niño

 El pirata Mac Garfio
 Alejandro Mac No
 o Mac Poleón

Y contábamos las andanzas habituales de cualquier fantasma, como atravesar paredes o pasar por el ojo de la cerradura. Incluso, a veces, se ponían malitos y tenían que acudir al médico

 Pero algunas series de viñetas tenían su aquél. Hace unos años, adapté mi propio cómic a una película de animación como regalo a mis hijas que entonces eran pequeñas.








Incluso llegamos a desarrollar alguna que otra toma falsa.


Hoy quiero dedicar este post a alguno de mis amigos más pequeños: Javier, Victor, Julia, Laura y muchos más.

sábado, noviembre 23, 2013

Historias de la puta mili

Corría el año 1984. Yo había terminado el año anterior la carrera y con ella las prórrogas para demorar el Servicio Militar Obligatorio existente en aquella época. Como muchos otros españolitos, tocaba incorporarse a filas. Tras mi paso por el CIR (Centro de Instrucción de Reclutas) nº 9 en la localidad gerundense de San Clemente de Sasebas, fui destinado al Cuerpo de Sanidad de Barcelona,


para posteriormente ser destinado al Regimiento de Cazadores de Montaña Arapiles 62, entonces ubicado en Castellciutat, muy próximo a la Seo de Urgell, y de infausto recuerdo para muchos de los que por allí pasamos.


Como no pretendo convertirme en un sucedáneo del abuelo Cebolleta, el personaje de cómic creado por Vázquez, no voy a aburriros con las batallitas por allí vividas durante los casi quince meses que duró mi mili. Pero lo que sí quiero es rememorar aquellos tiempos por medio del calendario que fui confeccionando durante mi estadía en aquél lugar al que hice una vez referencia hace unos años.


En enero conseguí retrasar mi incorporación a filas alegando pies planos. La venganza posterior fue destinarme a Cazadores de Montaña en Pirineos y alargarme la mili.


Aquél año de 1984, además fue bisiesto.


Entre los soldados, era frecuente en la propia gorra hacer tantos palotes como días de mili quedaban para ir tachándolos.


Eso se solía hacer cuando quedaba un reemplazo (noventa días) para licenciarse y recoger la blanca (la cartilla militar).


Yo pretendí ser más original plasmando en forma de calendario alguna que otra de las hazañas que nuestro Regimiento llevaba a cabo.


Siempre había algo que dibujar.


Aunque en agosto nos tomáramos unas merecidas vacaciones como consecuencia del permiso oficial concedido de quince días.


El regreso al cuartel resultó bastante duro.


Como se suele decir: una imagen vale más que mil palabras.


Aquellas maniobras en Sort resultaron ser un tocamiento de pelotas considerable y un resumen apropiado de lo que fue la mili en general.


Poco a poco (nunca he tenido un sentimiento tan vivo de la lentitud del paso del tiempo como entonces), iban pasando los meses.


Con la llegada de noviembre, nos convertíamos los de nuestro reemplazo en la piedra, de tan duros que nos habíamos vuelto en defensa de la Patria ante una posible invasión por el norte de los franceses. Eso significaba que nos quedaban noventa días.


Si en las Historias de la puta mili, de Ivá, uno de los personajes más entrañables es el sargento Arensivia, nosotros teníamos al sargento Moratinos, vivo retrato del personaje de Ivá.


Enero supuso una enorme decepción. Deberíamos habernos licenciado pero el glorioso ejército decidió que por 727 pts al mes, tenía dos médicos y un ATS por la cara.


Despedir a tus compañeros de reemplazo y quedarte tú allí, fue bastante duro.


Siguió febrero y marzo, aunque a esas alturas, estábamos ya tan deprimidos que ni ganas había de dibujar.
El 15 de abril de 1985 pasé a la reserva y ¡por fin! me dieron la blanca.
Ha pasado el tiempo suficiente desde entonces como para ver todo aquello, que en su día fue una verdadera pesadilla, como algo casi anecdótico en el que los buenos momentos pasados con los compañeros prevalecen en la memoria sobre los malos momentos que fueron muchos y a menudo difíciles.