sábado, abril 25, 2020

Mea culpa

Si la semana pasada reconocíamos que no somos héroes, hoy quiero expresar algo que es muy jodido de explicar y más aún de asimilar. Unos días después del fallecimiento de mi hermana, Pablo, mi cuñado, me planteaba una duda que él tenía y que todos, seguramente, os habréis formulado: ¿se hizo lo correcto? ¿se le dio alguna oportunidad a mi hermana Mari Mar? No tuve ningún reparo en darle la razón y decirle que, efectivamente, no hicimos lo correcto. Aunque sea completamente cierto que, en aquellos momentos, la consigna era evitar la saturación de los Hospitales en la Comunidad de Madrid, a mi hermana se le negó durante cinco o seis días el tener una posibilidad añadida para luchar por su vida. Es cierto que en aquél momento era Salud Pública la que decidía qué había que hacer con cada paciente sospechoso de coronavirus. Os puedo asegurar que en aquellos días el famoso teléfono 900102112 era un auténtico teléfono fantasma; el 112 no daba abasto y era imposible que te lo cogieran; lo mismo ocurría con el 061. Mucha gente se quedó, como vulgarmente se dice, a la buena de Dios, entre ellas, mi hermana. Y nosotros tratando de tranquilizar a la gente y diciéndole: (¡vaya mierda!) que se quedaran en casa. Sería muy fácil decir que hice lo que debía hacer. Pero no es así. Al igual que con mi hermana, probablemente contribuí con ese mensaje a que algún que otro paciente fuese condenado a una muerte segura.
A diferencia de otra gente que cuando toda esta mierda pase, se escudará en cualquier excusa inexcusable, yo quiero entonar un Mea culpa por algo por lo que desde siempre me he sentido orgulloso a lo largo de mis más de treinta años de ejercicio como médico: asumir mi responsabilidad. Los protocolos están para, en muchos casos, saltárselos y yo lo he hecho a menudo. Un protocolo es una guía de lo que es aconsejable hacer; pero no es la Biblia. Lo que más lamento es no haber sido capaz de haber mandado a la mierda un verdadero despropósito de protocolo de actuación para dar una oportunidad a mi hermana y, seguramente, a muchas otras personas.
Allá cada cual. Cuando todo esto haya pasado, veréis a mucha gente que no da ni dará la cara por los innumerables errores que nos hemos visto obligados a cometer y que han sido muchos. Pese a ellos, junto a todos mis compañeros, hemos estado ahí al pie del cañón. A mí no me duelen prendas por reconocer mis errores y decirlo. Al fin y al cabo, yo tengo algo que se llama conciencia; un jodido Pepito Grillo con el que tengo que convivir día a día y con el que necesito llevarme razonablemente bien.
Disculpad mi lenguaje a menudo soez y, lo dicho, cuidaros mucho y… ¡quedaros en casa!


sábado, abril 18, 2020

No somos héroes

Como todas las tardes, a las 20 horas, salgo a la puerta de mi Centro de Salud a devolver los aplausos que de manera tan emotiva recibimos. Nos da, indudablemente, ánimos para seguir en esta lucha casi a la desesperada a la que nos enfrentamos. Pero eso no nos convierte en héroes. Aunque haya ya más de 29000 profesionales sanitarios infectados, algo más del 15% de todos los casos confirmados, eso solo indica que estamos más expuestos por carecer, en muchos casos sobretodo al principio, de medidas de protección adecuada. Tampoco las fuerzas de seguridad del estado son héroes. Ambos colectivos tenemos muy claro dos cosas: sentido del deber y de la responsabilidad. Aunque sepamos muy poco de este "puto bicho", tener cierto grado de formación en la propagación de las enfermedades transmisibles víricas nos ha permitido aplicar medidas de protección chapuceras que algún resultado han debido dar.
Para mí, los verdaderos héroes en esta historia sois todos aquellos trabajadores de actividades esenciales que hacéis posible todos y cada uno de los pequeños milagros que podemos vivir día a día: atender, cuidar y salvar muchas vidas. Y sois héroes porque os enfrentáis sin razonables conocimientos apropiados a toda esta mierda con el miedo y la angustia lógica de pensar que podéis infectaros y llevaros el "puto bicho" a vuestra casa: desde el cajero/a del supermercado, al reponedor, el repartidor, el transportista, el agricultor, el ganadero, el personal de limpieza, los cuidadores de personas mayores dependientes... La lista me resultaría interminable.
También sois unos verdaderos héroes todos aquellos ciudadanos que, con sentido de la responsabilidad, os quedáis en casa haciendo lo que se os ha dicho que hay que hacer para evitar la propagación de este "puto bicho".
De los políticos no quiero hablar, no creo que sea el momento adecuado.
Hoy mi aplauso será para todos esos héroes que sobrellevan muy duramente esta situación, bien sea desde el encierro en sus casas o el cumplimiento de su necesaria actividad esencial.
Y, además, mi aplauso hoy será un poco más largo dedicado a mi hermana mayor, Mari Mar, que falleció de coronavirus hace hoy 14 días.
Cuidaros mucho y ¡quédate en casa!