Hemos estado en Tenerife el fin de semana pasado por motivos profesionales. Tenía ganas de ir porque allí reside un gran amigo mío desde los tiempos de la Facultad y al que había perdido el rastro hacía tiempo. Internet me permitió localizarle, aunque él no es usuario de las nuevas tecnologías, y pudimos contactar. A ambos nos hacía ilusión el reencuentro después de más de diez años sin vernos. Ni que decir tiene que fue muy emotivo. Diez años es mucho tiempo, pero aún así, como si no nos hubiésemos visto desde hacía tan sólo una semana, el feeling fue instantáneo. Nos pusimos al corriente de nuestras respectivas vidas, nos tomamos unas cervezas y nos reímos de muchas cosas. Nos llevó a Garachico en el único rato lúdico que tuvimos ocasión.
Como todo lo bueno, nos supo a poco. Es por eso que ya en el avión, de vuelta, empecé a buscar fechas y ajustar compromisos para volver a Tenerife, para volver a ver a mi amigo Carlos y a las dos personas que han hecho posible este reencuentro: Anita y Pilar, a las que, desde aquí, una vez más, les doy las gracias y un gran abrazo.
viernes, noviembre 30, 2007
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