martes, agosto 11, 2020

¿Se va a volver a liar?

Esa es la pregunta que nos hacemos el personal sanitario entre nosotros desde hace ya algunos días. Las noticias en televisión son bastante preocupantes, pero lo que vivimos día a día en los Centros de Salud es aún más alarmante. Ayer mismo, sin ir más lejos, tuvimos que hacer la PCR a contactos de irresponsables que, habiéndoles hecho una PCR el viernes, sin esperar el resultado ni respetar el aislamiento obligatorio que conlleva la prueba hasta tener el resultado, se fueron de fiesta durante el fin de semana. Dos casos independientes, dos resultados positivos y, en consecuencia, test a todos los contactos del fin de semana. Está claro que así no vamos a contener absolutamente nada.

El número de casos confirmados en la Comunidad de Madrid no para de crecer y lo llamativo es que se propaga con enorme facilidad entre la gente joven de forma asintomática. Pero esa gente no es consciente que se lleva el puto bicho a casa y pone en riesgo a sus mayores.


Este gráfico, tomado del propio Ministerio de Sanidad, nos muestra el número de casos positivos en la Comunidad de Madrid a lo largo de todos estos meses. Desde mediados de julio el número de casos no para de aumentar. ¿Nos encontramos ya ante la segunda oleada? ¿Los temidos brotes esperados para octubre se están adelantando a agosto?

Como ya saltaron muchos sanitarios durante los más duros momentos del confinamiento vivido: No queremos vuestros aplausos, queremos vuestra responsabilidad. Con el sistema sanitario aún recuperándose del temible colapso que parecía inevitable, con un personal aún no recuperado ni física ni psicológicamente, mucho nos tememos que estamos abocados a un nuevo desastre que probablemente no sea tan temible porque estamos mejor preparados, pero de consecuencias incalculables para nuestra ahora mismo maltrecha economía.


martes, agosto 04, 2020

Los elefantes de Botswana se echan a temblar y anuncian protestas

Tal y como hemos podido comprobar en el Botswana News, la noticia del exilio del Rey emérito Juan Carlos I, no ha dejado indiferente a nadie. Ante la posibilidad de que el destino elegido para la nueva residencia sea Botswana, los elefantes de ese país han mostrado una enorme inquietud.



Un portavoz del Sindicato Unificado de Elefantes (Dumbo por sus siglas en setsuana) ha indicado que los elefantes del Parque Nacional del Okavango iniciarán una marcha de protesta bajo el lema: no queremos un rey cazaelefantes entre nosotros. Las autoridades del Parque han mostrado su preocupación ante el anuncio de esta paquidérmica protesta.

domingo, julio 12, 2020

Duda razonable

Algunas de mis camisetas han sido protagonistas de este blog en alguna ocasión. Pero de todas mis camisetas, una de las que más orgulloso me he sentido siempre es esta:


Admitir mi zurdera ha sido de siempre una bandera para mí. En un mundo hecho para los diestros, los zurdos hemos de sobrevivir gracias a desarrollar una importante capacidad adaptativa. Pero no es ese el objeto de mi duda a día de hoy que motiva esta entrada. Con motivo de un reciente viaje a Asturias, de paso por Oviedo, recordé que allí fue donde me compré esa camiseta de Zurdos Famosos. Como se encuentra bastante deteriorada por el inevitable paso de los años y me acordaba de dónde estaba situada la tienda donde la compré, mis pasos se dirigieron hacia la calle Cimadevilla al local llamado Tu mano izquierda.
El resultado: una nueva camiseta un poco diferente por la inclusión y exclusión de algunos de los personajes que aparecen en la anterior:


Una de las exclusiones más llamativas, y que me satisfizo un montón, fue la de Iñaki Urdangarín. Un personaje así no debía figurar en un listado de zurdos famosos, pese a que se trate de un yerno, muy aventajado, eso sí, de nuestro Rey emérito.
Desde siempre he sido republicano y, por esa razón, no estoy a favor de la Monarquía Constitucional de nuestro país. Yo no pude votar ni a favor ni en contra de la Constitución porque entonces la mayoría de edad era a los 21 años. Pero tampoco es esa la cuestión. Ser republicano no es sinónimo de antimonárquico, como muchos casposos extremistas recalcitrantes se empeñan en vociferar. Como dice la canción de Víctor Manuel:

Aquí cabemos todos o no cabe ni Dios

Pero bueno, a mis cincuenta y diez, y habiendo vivido muchas historias e innumerables historietas, después de haber propuesto ya por el 2013 un Museo de la Corrupción que parece haber calado en nuestra sociedad gracias a los méritos de nuestro Rey emérito, me asalta una duda razonable: ¿cómo pasará a la historia el rey Don Juan Carlos I? ¿como Juan Carlos I el Corrupto o Juan Carlos I el Chorizo? El tiempo lo dirá.
Quiero dedicar esta entrada a esos enormes y simpáticos paquidermos de la sabana africana que, a día de hoy, pueden vivir tranquilos sin la amenaza de la monarquía española, que sepamos.

sábado, junio 13, 2020

Las dos Españas

Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza
entre una España que muere
y otra España que bosteza
(Antonio Machado)

Hasta no hace mucho, toda la población en cualquier lugar de España, salía a las ocho de la tarde a su balcón o se asomaba por su ventana para aplaudir a los sanitarios. Muy rápidamente ese sentido homenaje solidario se extendió a las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado y a todos los trabajadores de actividades esenciales que han hecho posible que este desastre de la COVID-19 no haya sido aún mayor. Como dijimos en su momento, el personal sanitario no hemos sido héroes. Con sentido de la responsabilidad nos hemos enfrentado a toda esta puta mierda y muchos hemos entonado, incluso, un sentido Mea culpa por el sentimiento de rabia e impotencia al que nos vimos abocados por falta de medios y de previsión. Ser el país del mundo con el mayor porcentaje de personal sanitario infectado por este "puto bicho" (más del 20%, 51849 casos a día 11/06/2020) resulta un argumento contundente.
Reconozco que me conmovió esa solidaridad manifestada por la inmensa mayoría de la ciudadanía mientras hacía un ejercicio de responsabilidad en medio del obligado confinamiento. Hemos conocido historias extraordinarias al respecto, maravillosos actos que han demostrado de lo grande que puede llegar a ser el ser humano. Pero bastó un cierto relajamiento en ese confinamiento para que toda la rabia, impotencia e indignación me devolviera a la jodida realidad de las dos Españas: la de los que convirtieron los aplausos en caceroladas en legítima protesta contra el Gobierno, pero sin ningún respeto a las medidas de distanciamiento social; y la de aquellos otros buscando un enfrentamiento directo y, en ocasiones, violento hacia los anteriores.
Da la impresión de que no hemos aprendido nada. Mientras la ciudadanía aceptaba resignada las duras y estrictas medidas tomadas durante el confinamiento, hemos podido asistir a una reedición del programa Los Payasos de la Tele y su Había una vez... ¡un circo! con el Congreso de los Diputados como plató. Mientras en la mayoría de los países, sea del color que sea el de su gobierno, ha habido unanimidad frente a esta lucha titánica que ha sido para miles de millones de personas, aquí hemos podido ver como los señores diputados vomitaban toda clase de despropósitos e improperios, sin excepción alguna. Un vómito hediondo que solo ha servido para alimentar la contenida crispación de los ciudadanos durante el confinamiento. Ha bastado un pistoletazo de salida para poner de manifiesto las consecuencias de ese repugnante vómito contagioso que nos devuelve a las dos Españas de Antonio Machado.
Españolito que vienes
al mundo, te guarde Dios
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón

sábado, junio 06, 2020

Había una vez... ¡un circo!

¡Qué tiempos aquellos cuando los Payasos de la Tele! Aparecían Gabi, Fofó y Miliki, en blanco y negro, y nos cantaban aquello de...

Había una vez un circo
Que alegraba siempre el corazón
Lleno de color, un mundo de ilusión
Pleno de alegría y de emoción

¡Qué vida más curiosa de contrastes! Nos cantaban en blanco y negro y nosotros éramos capaces de imaginarnos un mundo en color. Hoy en día, que el mundo es en color, este circo es lo más parecido a algo penoso y lamentable en blanco y negro. Aunque hayamos pasado de unas pistas circulares a un hemiciclo, aunque los leones del circo actual sean de piedra, echamos en falta unos buenos payasos. A ver, ¡payasos son! pero ¿buenos? Cada cual que se responda a sí mismo lo que prefiera. Lo único que tenemos que agradecerles es que nos hayan entretenido durante el confinamiento, gracias al lamentable espectáculo que nos han ofrecido y nos siguen ofreciendo durante la gestión de esta crisis.
Desde mi modesto punto de vista, me parecen todos los integrantes del Congreso de los Diputados un atajo de irrepresentantes absolutamente ajenos al mundo que les rodea. ¡Sin excepción! Algunos le llaman a esto democracia. Me río de ello. Se supone que la democracia la inventaron los griegos hace unos cuantos siglos. ¿Tiene algo que ver nuestro concepto actual de democracia con el del concepto del que parte? Con el modelo de democracia ateniense, en la actualidad, todos los Presidentes de Gobierno que hemos tenido hubieran tenido que dar cuentas públicas ante la Asamblea (el pueblo) acusados de alta traición y exponerse al ostracismo o a la ejecución. Obviamente hemos evolucionado y no se trata de ejecutar a nadie. Un sistema político por el cual votas a un partido y no a una persona y, además, cada cuatro años a no ser que sean tan cenutrios que no puedan ser capaces de ponerse de acuerdo, yo no lo llamo democracia; eso habría que llamarlo asnocracia.

sábado, mayo 30, 2020

Maldito baile de muertos

Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento
(Miguel Hernández, Elegía)



Ante todo, quiero expresar mi profundo respeto a todos y cada uno de los integrantes de esas cifras de fallecidos que nos dan cada día; a menudo de una manera tan fría como obscena. En muchos casos han pasado de ser personas, con nombres y apellidos, y una historia a sus espaldas, a convertirse en un número más de una serie numérica que hemos empezado a no entender prácticamente ninguno de nosotros.
El día 24 de mayo, domingo, teníamos 28752 fallecidos por la COVID-19 según datos oficiales del propio Ministerio de Sanidad. Nuestra sorpresa fue que, al día siguiente, nos encontrábamos con que la cifra de fallecidos era de 26834. De repente, habían resucitado, de un día para otro, 1918 personas. Si alguno de vosotros entiende cómo puede ser eso, por favor, que me lo explique, porque yo no consigo entenderlo.
Durante esta semana, hemos conocido los datos del Registro Civil que ha reportado durante este período de confinamiento un 52% más de decesos con respecto al año anterior para el mismo período: 43295 muertes más de las esperadas. Según el Registro Civil, el número de fallecidos por COVID-19 era de 27302, cifra que, oficialmente, según el Ministerio de Sanidad, aún no hemos alcanzado. Pero, en cualquier caso y para no entrar en una guerra absurda de quítame allá ese muerto, la cuestión es que hay un remanente de 15993 personas que han muerto, de más, sin que sepamos por qué. Bueno, no lo sabréis vosotros; muchos de nosotros sí lo sabemos. Las cifras que ha manejado y maneja el Ministerio de Sanidad son las de fallecidos con una PCR positiva, pero ¿se hicieron todas las PCR necesarias a los enfermos sospechosos de COVID?
En una Residencia de Ancianos ubicada en el municipio donde trabajo, dos residentes ingresaron el mismo día en el mismo hospital, con la misma sintomatología: una gran dificultad respiratoria. Ambos tenían nombre y apellidos que no puedo poner aquí por la ley de Protección de Datos. A ambos les hicieron radiografías de tórax:



Diagnóstico: Neumonía bilateral compatible con COVID-19.
Ambos murieron a la espera de un ingreso en Medicina Interna, pero uno tenía hecha la PCR y el otro no. Uno pasó a formar parte de la lista oficial de fallecidos de coronavirus y el otro no.
Hemos visto muchas cosas que nos han puesto los pelos como escarpias a los trabajadores de la Sanidad Pública; ¡ojo, y de la Privada! Esta puta mierda nos la hemos comido todos, sin distinción.
El título de este post es una referencia a una estrofa de una de mis canciones más entrañables: Al Alba, de Luis Eduardo Aute, fallecido el día 4 de abril de este año. El mismo día que mi hermana. Su familia desconoce si su muerte guarda alguna relación con la COVID-19. La canción, que consiguió pasar la censura franquista, fue un homenaje en clave de canción de amor a los últimos fusilados por la dictadura un 27 de septiembre del año 1975.
La estrofa a la que me refiero es:
Miles de buitres callados
Van extendiendo sus alas,
No te destroza, amor mío,
Esta silenciosa danza,
Maldito baile de muertos,
Pólvora de la mañana.

Algunos tenemos ya la pólvora preparada, en sentido metafórico, claro. Pero de eso hablaremos la semana que viene.

domingo, mayo 17, 2020

De héroes a villanos

¡Es acojonante! En muy pocas semanas, algunos hemos pasado de héroes a jodidos villanos porque no hacemos las pruebas suficientes de detección del "puto bicho". Ese es el motivo que ha dado el Ministerio de Sanidad para que la Comunidad de Madrid siga en la fase 0 de eso que han dado en llamar desescalada. El objetivo ahora somos los sanitarios que trabajamos en Atención Primaria. Resulta que nosotros ahora somos los culpables de estar donde estamos y no avanzar. Siempre tiene que haber un culpable y esta vez nos toca a nosotros.
No nos hemos negado en ningún momento a hacer las famosas PCR; lo que no dicen es que si yo solo dispongo de un número limitado de test, no puedo hacer más pruebas que el número de test de que dispongo. Y, además, tal y como está montado esto, no puedo volver a hacer PCRs hasta que no venga un mensajero a recoger las muestras y reponerme el mismo número de test que he utilizado. En nuestro caso, un medio rural, raramente hasta el día siguiente.
¡Qué asco de política cuando se dedican entre el Gobierno Central y el Autonómico a echarse mierda los unos a los otros! Ahora necesitan un villano, ¡pues vale! No tengo ningún inconveniente en asumir ese papel; pero señores políticos, dedíquense a lo que se tienen que dedicar y no a echar balones fuera.

sábado, mayo 09, 2020

Rabia, impotencia… y ahora indignación

Todos los días, al término de la jornada laboral en mi Centro de Salud, a las 9 de la noche, regreso en coche a mi casa que se encuentra en una población diferente pero vecina a la de mi puesto de trabajo. Durante la última semana, lo que he visto me ha resultado indignante. Las medidas de permitir salir de casa, con limitaciones, me causan un verdadero estupor puesto que, visto lo visto, no se respetan en lo más mínimo. Durante estos días he visto más romerías que paseos saludables.  Y eso hace que se me abran las carnes. La situación no está ni mucho menos controlada. Estamos indudablemente mejor que hace unas semanas, pero eso no significa que el problema no siga estando ahí. Diariamente seguimos viendo y diagnosticando casos de COVID-19 en un goteo lento pero constante. No resulta nada extraño que Madrid deba permanecer aún en la fase 0 de esta desescalada; y si me apuráis, a este paso deberá seguir en esa fase si no se apela al sentido de la responsabilidad de los ciudadanos.
Hemos pasado, al menos yo, de la rabia y la impotencia que nos ha sacudido durante todas estas semanas, a una indignación por todos esos comportamientos censurables a la par que irresponsables que cada día contemplo. Quien más, quien menos, ha vivido el horror del azote de este “puto bicho” entre su familia o sus amigos. Al dolor de las pérdidas humanas se ha sumado el de no haberse podido despedir del ser querido. Detrás de esa horripilante cifra de muertos que no para de crecer, hay personas con nombre y apellidos. Vidas que se han visto segadas de un plumazo. La mayoría de ellos, personas mayores que desgastaron su vida para que nosotros pudiéramos tener la nuestra.
El personal sanitario, como el resto del personal de los servicios esenciales que hemos estado ahí, nos sentimos cansados y exhaustos a estas alturas. Y lo que es peor visto lo visto, con la sospecha de que ese temido repunte haga su aparición en los próximos días para generar más daño no sólo desde un punto de vista sanitario. Muchísima gente lo está pasando aún peor porque al dolor y la rabia de la pérdida de sus seres queridos, se suma el de la inquietud y la incertidumbre frente a sus necesidades más básicas: sacar a su familia adelante en medio de una crisis económica tan brutal como la sanitaria.
Romeros de turno que salís a la calle con la despreocupada actitud del que sale de fiesta, por favor, sentido común, responsabilidad y un poquito de solidaridad con todos aquellos que de una forma u otra, o las dos, lo están pasando mal o muy mal.

lunes, mayo 04, 2020

Bella ciao

Bella ciao es una canción popular italiana que fue utilizada por los partisanos italianos entre 1943 y 1945 que formaban parte de la Resistencia italiana contra las fuerzas alemanas nazis que ocupaban Italia. La canción ha sido puesta recientemente de moda a raíz del éxito de la serie española La casa de papel.
Lo cierto es que esa canción la aprendí yo cuando tenía entre once o catorce años y mi hermana me la enseñó. Durante toda esta historia vivida en relación a la COVID-19 reconozco que he desarrollado un preocupante trastorno del sueño. Bueno, ese es mi problema y tendré que buscarle una solución. Pero no se trata de hablar de mí. Hoy es 4 de mayo y hace justo un mes que mi hermana mayor murió víctima de este "puto bicho" de nombre SARS-CoV-19. Durante la semana siguiente a su muerte, hubo un día en que me desperté con una canción que me martilleaba insistentemente la cabeza. Esa canción era, precisamente, Bella ciao, la canción que me enseñó ella cuando vivió su época inconformista y revolucionaria; una vida que nunca abandonó.
Esa canción dice, en un momento dado:

Y si yo caigo en la Guerrilla,
O bella ciao, bella ciao, bella ciao, ciao, ciao
Y si yo caigo en la Guerrilla,
coge en tus manos mi fusil.

Cava una fosa en la montaña,
O bella ciao, bella ciao, bella ciao, ciao, ciao
Cava una fosa en la montaña,
a la sombra de una flor.

Y así la gente, cuando la vea,
O bella ciao, bella ciao, bella ciao, ciao, ciao
Y así la gente, cuando la vea,
se dirá "¡Que bella flor!"

Aunque difiere algo de la versión original, es la versión que yo aprendí de mi hermana.
No hace mucho se lo conté a su marido, Pablo, y le dije que, como buena guerrillera que había sido, mi hermana se merecía que hiciésemos lo que decía la canción: cavar una fosa en la montaña a la sombra de una flor. Le pareció muy bien pero puso una muy hermosa condición, esperar a septiembre, cuando fuese el que hubiera sido su cumpleaños y las restricciones de aislamiento social nos puedan permitir hacer lo que no hemos podido hacer hasta ahora: abrazarnos todos y llorar a moco tendido por ella.
Es lo mínimo que deberíamos hacer.

(Nota: a raíz del comentario de Pablo, hemos cambiado la estrofa siguiendo sus sugerencias)

sábado, abril 25, 2020

Mea culpa

Si la semana pasada reconocíamos que no somos héroes, hoy quiero expresar algo que es muy jodido de explicar y más aún de asimilar. Unos días después del fallecimiento de mi hermana, Pablo, mi cuñado, me planteaba una duda que él tenía y que todos, seguramente, os habréis formulado: ¿se hizo lo correcto? ¿se le dio alguna oportunidad a mi hermana Mari Mar? No tuve ningún reparo en darle la razón y decirle que, efectivamente, no hicimos lo correcto. Aunque sea completamente cierto que, en aquellos momentos, la consigna era evitar la saturación de los Hospitales en la Comunidad de Madrid, a mi hermana se le negó durante cinco o seis días el tener una posibilidad añadida para luchar por su vida. Es cierto que en aquél momento era Salud Pública la que decidía qué había que hacer con cada paciente sospechoso de coronavirus. Os puedo asegurar que en aquellos días el famoso teléfono 900102112 era un auténtico teléfono fantasma; el 112 no daba abasto y era imposible que te lo cogieran; lo mismo ocurría con el 061. Mucha gente se quedó, como vulgarmente se dice, a la buena de Dios, entre ellas, mi hermana. Y nosotros tratando de tranquilizar a la gente y diciéndole: (¡vaya mierda!) que se quedaran en casa. Sería muy fácil decir que hice lo que debía hacer. Pero no es así. Al igual que con mi hermana, probablemente contribuí con ese mensaje a que algún que otro paciente fuese condenado a una muerte segura.
A diferencia de otra gente que cuando toda esta mierda pase, se escudará en cualquier excusa inexcusable, yo quiero entonar un Mea culpa por algo por lo que desde siempre me he sentido orgulloso a lo largo de mis más de treinta años de ejercicio como médico: asumir mi responsabilidad. Los protocolos están para, en muchos casos, saltárselos y yo lo he hecho a menudo. Un protocolo es una guía de lo que es aconsejable hacer; pero no es la Biblia. Lo que más lamento es no haber sido capaz de haber mandado a la mierda un verdadero despropósito de protocolo de actuación para dar una oportunidad a mi hermana y, seguramente, a muchas otras personas.
Allá cada cual. Cuando todo esto haya pasado, veréis a mucha gente que no da ni dará la cara por los innumerables errores que nos hemos visto obligados a cometer y que han sido muchos. Pese a ellos, junto a todos mis compañeros, hemos estado ahí al pie del cañón. A mí no me duelen prendas por reconocer mis errores y decirlo. Al fin y al cabo, yo tengo algo que se llama conciencia; un jodido Pepito Grillo con el que tengo que convivir día a día y con el que necesito llevarme razonablemente bien.
Disculpad mi lenguaje a menudo soez y, lo dicho, cuidaros mucho y… ¡quedaros en casa!


sábado, abril 18, 2020

No somos héroes

Como todas las tardes, a las 20 horas, salgo a la puerta de mi Centro de Salud a devolver los aplausos que de manera tan emotiva recibimos. Nos da, indudablemente, ánimos para seguir en esta lucha casi a la desesperada a la que nos enfrentamos. Pero eso no nos convierte en héroes. Aunque haya ya más de 29000 profesionales sanitarios infectados, algo más del 15% de todos los casos confirmados, eso solo indica que estamos más expuestos por carecer, en muchos casos sobretodo al principio, de medidas de protección adecuada. Tampoco las fuerzas de seguridad del estado son héroes. Ambos colectivos tenemos muy claro dos cosas: sentido del deber y de la responsabilidad. Aunque sepamos muy poco de este "puto bicho", tener cierto grado de formación en la propagación de las enfermedades transmisibles víricas nos ha permitido aplicar medidas de protección chapuceras que algún resultado han debido dar.
Para mí, los verdaderos héroes en esta historia sois todos aquellos trabajadores de actividades esenciales que hacéis posible todos y cada uno de los pequeños milagros que podemos vivir día a día: atender, cuidar y salvar muchas vidas. Y sois héroes porque os enfrentáis sin razonables conocimientos apropiados a toda esta mierda con el miedo y la angustia lógica de pensar que podéis infectaros y llevaros el "puto bicho" a vuestra casa: desde el cajero/a del supermercado, al reponedor, el repartidor, el transportista, el agricultor, el ganadero, el personal de limpieza, los cuidadores de personas mayores dependientes... La lista me resultaría interminable.
También sois unos verdaderos héroes todos aquellos ciudadanos que, con sentido de la responsabilidad, os quedáis en casa haciendo lo que se os ha dicho que hay que hacer para evitar la propagación de este "puto bicho".
De los políticos no quiero hablar, no creo que sea el momento adecuado.
Hoy mi aplauso será para todos esos héroes que sobrellevan muy duramente esta situación, bien sea desde el encierro en sus casas o el cumplimiento de su necesaria actividad esencial.
Y, además, mi aplauso hoy será un poco más largo dedicado a mi hermana mayor, Mari Mar, que falleció de coronavirus hace hoy 14 días.
Cuidaros mucho y ¡quédate en casa!

jueves, marzo 19, 2020

Lloro


Lloro de rabia,
lloro de indignación,
lloro de impotencia.

Lloro de emoción...
lloro.