domingo, julio 28, 2013

Una nueva experiencia

A lo largo de mi vida he hecho muchas cosas: formar una familia, escribir un libro, plantar algún que otro arbolito, descender el río Sella (con naufragio incluido), desertar en la mili durante cinco minutos cuando invadimos por error Andorra y hasta meter alguna que otra mosca en un microondas. Experiencias que no han logrado, en ninguno de los casos, hacerme merecedor de un récord Guinness pero que han servido, la mayoría de ellas, para mi propio enriquecimiento personal. La última nueva experiencia fue ayer mismo: ejercer de oficiante de una ceremonia de boda, la de Pedro y Emilia.
Cuando me lo pidieron hace unos cuantos meses dije que sí realmente por decir algo, pero a medida que se acercaba la fecha de la boda me iba sintiendo aterrorizado ante una experiencia nueva en la que los novios habían depositado toda su confianza en mí. Por obvio que pueda parecer, había que buscar algo que resultase bonito y apropiado para una unión matrimonial de una pareja con quince años de convivencia y padres de dos hijos. Pero todas las referencias al matrimonio, la gran mayoría de ellas, suelen ser bastante inapropiadas para una ceremonia. Por ejemplo: el matrimonio acaba muchas locuras cortas con una larga estupidez (Nietzsche); o la mejor base para un matrimonio feliz es la mutua incomprensión (Oscar Wilde); y así hasta un largo etcétera.
Tras un minucioso estudio sobre el protocolo de una boda civil conseguí estructurar la forma con la que poder proceder en la ceremonia. Steinbeck y su conocido un viaje es como el matrimonio. Uno se equivoca si piensa que lo tiene todo controlado, acudieron en mi ayuda para plantear el matrimonio de Pedro y Emilia como un nuevo viaje. Pero faltaba el toque especial y para ello ¡qué mejor que inspirarse en una ceremonia de boda klingon!


Así, llegado el momento, me dirigí a los novios en los siguientes términos:
Pedro, hijo de Vicente y Amparo, ¿tu corazón late sólo por el de esta mujer?

Emilia, hija de Eugenio y Julia, ¿tu corazón late sólo por el de este hombre?

Pues en ese caso que vuestros corazones latan al unísono como muestra y señal de vuestro amor y del compromiso de matrimonio que habéis expresado.
Por la autoridad que me confiere el Alto Consejo Klingon, la Sociedad Española de Criadores de Artrópodos y el Colegio Oficial de Médicos de Madrid, yo os declaro, a partir de este momento, marido y mujer.


Pero lo verdaderamente importante, del día de ayer, no fue mi nueva experiencia como oficiante de ceremonias de boda. Ayer los protagonistas eran Pedro y Emilia, que irradiaban felicidad.


Tanta como la que indudablemente sentían sus hijos: Alba y Pablo


así como Eugenio, Julia y Amparo.

¡Feliz rumbo en este nuevo viaje, Pedro, Emilia, Alba y Pablo!

Adenda
Nuestro agradecimiento a Salones Mily por su extraordinaria profesionalidad durante toda la ceremonia

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