La chincheta habitual en esta ocasión pasaba a segundo plano; la visita a un nuevo Patrimonio de la Humanidad no era el caso pues ya habíamos estado previamente en Mérida, en la Augusta Emerita. Sin quererlo, mi mujer acertó de pleno al elegir una de las tragedias de Eurípides que no había leído: Hécuba. Pese a ello, no resultaba complicado saber de qué trataba la obra y me lo planteé como el ejercicio de catarsis que usaban los griegos de la época cuando acudían al teatro a ver representada una tragedia sobre alguno de los mitos que conocían perfectamente.
Magníficamente interpretada por Concha Velasco, Hécuba es la historia de una madre que pierde uno a uno a sus hijos.
Primero durante el asedio de Ilion (Troya) y, luego, una vez tomada y saqueada la ciudad, convertida ya en esclava por las tropas griegas, de sus hijos Polidoro y Políxena. Y todo ello en una marco espectacular como es el Teatro Romano de Mérida.
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