miércoles, mayo 23, 2007
Nunca llueva a gusto de todos
Y nunca mejor dicho. Cuando hay sequía, ansiamos que llueva. Cuando llueve, las incomodidades que nos provoca hace que juremos en arameo. En el campo se ansía la lluvia (como agua de mayo), pero si esta viene en forma de pedrisco, los agricultores lamentan los daños que provoca. En la ciudad, en Madrid por ejemplo, lluvia es sinónimo de caos circulatorio. Y si las lluvias son torrenciales, como las de estos últimos días, se pone de manifiesto que la infraestructura de la ciudad no está preparada para ello. No cabe duda que la lluvia es necesaria; y que es bonito ver llover... tras los cristales, sin mojarse. El problema es que no podemos graduar la intensidad del agua que cae para que llueva a gusto de todos.
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