Hace poco más de un año publicábamos en este mismo Blog una bonita historia: volverán las oscuras golondrinas; si bien no tuvo un final feliz (ver comentarios de ese mismo post). Este año volvieron las oscuras golondrinas al nido y volvieron a poner huevos.
Y volvieron también las pérfidas urracas.
No sabemos si las mismas golondrinas u otra pareja volvieron a intentarlo. Esta vez contaron con la inestimable colaboración de nuestro perro, Pluto, un montaña de los Pirineos que, agobiado por el calor, había perdido notablemente el apetito. Las urracas prefirieron el pienso que se dejaba nuestro perro al asedio del nido de golondrinas. Gracias a ello pudimos comprobar que un polluelo salía adelante asomándose al borde del nido pidiendo con insistencia alimento a sus progenitores.
Para nuestro asombro, resultó que no era uno, si no dos, el número de polluelos que, al principio titubeantes, iniciaron sus clases de vuelo para acabar abandonándolo cuando se sintieron capaces de ello.
A veces, las historias tienen un final feliz.
miércoles, septiembre 03, 2008
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