Este blog ha sido testigo de muchos acontecimientos de mi vida y del devenir de los últimos tiempos, no siempre los más halagüeños pese a que, por encontrarnos a las puertas de elecciones, quieran hacernos creer la bonanza económica que disfrutamos. Yo diría más bien: que han disfrutado algunos. Bueno, el caso es que entre elecciones municipales, autonómicas y, en unos meses más las generales, tenemos la mayoría de los municipios de este país en obras fruto de la febril necesidad de hacer todo lo que no se ha hecho en los cuatro años anteriores para tratar de atrapar nuestro voto. Que cada cual elija su opción: votar libremente u optar por el voto cautivo al que se nos tiene acostumbrados.
Si hace algo más de ocho años me alegraba por la consecución de mi plaza y me entristecía por los días contados de mis compañeros/as, hoy vuelvo a tener esos mismos sentimientos enfrentados. Un Concurso de Traslado me lleva a, indudablemente, mejorar mis condiciones de vida, tanto laborales como personales. Me alegro por mí mismo pero siento cierta tristeza por lo que queda atrás: algo más de ocho años de dedicación y entrega.
Lo que me jode de todo esto es la forma de seguir haciendo las cosas en este país. Pepe Gotera y Otilio, los entrañables personajes de F. Ibáñez, no serían capaces de hacerlo peor. ¿Para qué queremos un B.O.E. o, en mi caso, un B.O.C.M. (Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid) si las propias autoridades se lo saltan a la torera? En el mencionado Concurso de Traslados disponía de tres días para cesar en mi plaza e incorporarme a mi nuevo destino, pero, por el artículo 35 (por el culo te la hinco), deciden los lumbreras de turno que no, que por cojones, independientemente de lo que diga una publicación oficial, cesamos al tercer día. ¡Joder, que no estamos en Semana Santa ni esto es algo parecido a una Resurrección!
miércoles, mayo 06, 2015
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