Ya en casa, lo primero que había que hacer era enterarse de qué era esta especie de allienverdura de llamativo aspecto. Reconozco mi ignorancia ante esta verdura que se trata de un híbrido entre coliflor y brócoli que apareció en Italia hacia el siglo XVI. Pero lo que más me llamó la atención fue que se trata de uno de los ejemplos de la naturaleza más llamativos de lo que se denomina geometría fractal, es decir, algo cuya estructura básica, fragmentada o aparentemente irregular, se repite a diferentes escalas.
Pero hay más: las inflorescencias que componen el romanescu sigue la secuencia de Fibonacci. Y eso son palabras mayores para mí. Leonardo de Pisa, más conocido por Fibonacci, fue un matemático italiano del siglo XIII que fue quien describió la sucesión o secuencia que lleva su nombre. Esta secuencia es la siguiente:
0, 1,1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144, 233...
Y así hasta el infinito (¡y más allá!). En esta secuencia cada término es la suma de los dos anteriores.
Fibonacci llegó a esta secuencia buscando una solución a un problema acerca de la cría de conejos: "Cierto hombre tenía una pareja de conejos en un lugar cerrado y deseaba saber cuántos se podrían reproducir en un año a partir de la pareja inicial, teniendo en cuenta que de forma natural tienen una pareja en un mes, y que a partir del segundo se empiezan a reproducir" (Fibonacci's Liber Abaci).
Hace unos años, en este mismo blog, proponíamos una adivinanza: ¿Qué animal, obviamente insecto, es aquél que no tiene padre y no puede tener hijos; pero sí tiene hijas y, además, tiene abuelo? En aquella ocasión era para explicar la haplodiploidía que presentan algunos himenópteros eusociales: abejas, hormigas y avispas. Pues bien, el árbol genealógico de los machos de estas especies cumple esta secuencia: un macho (1) no tiene padre, pero sí que tiene una madre (1, 1), dos abuelos, que son los padres de la reina (1, 1, 2), tres bisabuelos, ya que el padre de la reina no tiene padre (1, 1, 2, 3), cinco tatarabuelos (1, 1, 2, 3, 5), ocho trastatarabuelos (1, 1, 2, 3, 5, 8) y así sucesivamente.
Fibonacci se encuentra enterrado en el Camposanto de Pisa donde una estatua de Giovanni Paganucci le rinde debido homenaje.
Volviendo al romanescu. Es justo decir que es más bonito por fuera que por dentro.
Y troceado pierde aún más su atractivo, sobre todo cuando es cocido en una olla durante unos cuantos minutos.
Pero, una vez rebozado en harina y huevo, tras pasar por la sartén, se convierte en un verdadero manjar para el gusto, lo que hemos llamado fractal rebozado.
Bon appétit!
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