
Uno de los primeros diseños de una máquina para transformar la lasaña en espaguetis de Leonardo resultó irrealizable en la práctica, la lasaña se partía cuando era sometida a tensión (Codex Atlanticus, fol. 5Ir.). No obstante acabó consiguiendo los cordeles comestibles tal y como los conocemos en la actualidad.
De la segunda parte del libro, el cual recoge íntegramente el hipotético Codex Romanoff, un manuscrito que desde hace años se atribuye a Da Vinci y que supuestamente se encuentra en el Museo del Ermitage de Leningrado, aunque el museo niega su existencia, me ha llamado la atención la evolución de una receta de Leonardo da Vinci en el tiempo, a lo largo de su códice, y que por su sencillez merece ser expuesto aquí.
He estado pensando en tomar un trozo de pan y colocarlo entre dos pedazos de carne. Mas, ¿cómo llamaré a este plato?
Más adelante, el maestro vuelve a escribir:
He estado pensando de nuevo en el pan y la carne. ¿Y si dispusiera la carne entre dos trozos de pan? ¿Y cómo podría llamar a este plato?
Finalmente, Leonardo encontró la solución e inventó el precursor del popular bocadillo:
Estoy dudando sobre la conveniencia de disponer la rebanada de carrillo de buey entre dos pedazos de pan y no al revés. De esta forma crearía un plato como no se ha visto nunca en la mesa de mi señor Ludovico. En verdad, se podría disponer de toda suerte de cosas entre los panes: ubres, testículos, hígados, orejas, rabos y otras por el estilo. Y al no poder ver los comensales el contenido, éste resultará una verdadera sorpresa cuando lo ataquen con sus cuchillos. ¿Cómo podría llamar a tal plato? Pan con sorpresa.
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