Nuestras primadas son eso: hacer el primo y reírnos de nosotros mismos; algo de lo que estamos muy necesitados habitualmente. Risas, playa...
... más risas, cervecita en el seudochiringuito (un chiringuito asfaltado es lo menos parecido a un chiringuito propiamente dicho), barbacoa...
al más puro estilo de los Picapiedra. Tras la zampa, mientras algunos duermen (la edad no perdona)...
... partida de mus al más puro estilo profesional. Me tocó de compañero a mi primo Miguel Ángel, y perdimos; claro que no es de extrañar: entre sus contajes, absolutamente desfavorables a nuestros intereses, y a que, como demuestran las fotos del evento, continuamente estaba ausente de la partida...
... lo alucinante es que no perdiéramos por un ultrajante 3 a 0. ¡Perdimos! Pero eso sí, en palabras de mi primo con tortícolis gástrica, esto es, agujetas en el abdomen de las risas que nos pegamos.
Como este es un blog autorizado para todos los públicos, no vamos a contar lo que sucedió durante la noche: escapadas al pub (pubes, en plural), paseos por la playa (Chelo y Carlos, el otro Carlos) con la excusa de buscarnos...
El gallo se quedó afónico (y no sabemos por qué).
A la mañana siguiente, excursión a la cueva de el Soplao, una auténtica maravilla de la que no tengo fotos porque está estrictamente prohibido hacerlas.
Risas, más risas y zampa en San Vicente de la Barquera, mientras algunos/as muestran sus habituales dotes comunicativas.
Para finalizar, la oportuna foto de grupo de familia...
... ¡ah, no! ¡Nos hemos equivocado! Es esta otra
Ni que decir tiene que lo hemos pasado extraordinariamente. Hemos desconectado, nos hemos reído, hemos soplao, pero, sobre todo, hemos vuelto a hacer del vínculo familiar de primos algo más que unos primos. La próxima primada será en París; la próxima entrada sobre Dalí, surrealismo y Guadalix de la Sierra.
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