
Rodeado de grandes medidas de seguridad, el cuadro de Leonardo se exhibe en Madrid desde el 1 de Junio en el Palacio Real, dentro de la exposición Polonia: tesoros y colecciones artísticas. Una oportunidad única ya que, tras visitar Berlín y Londres, volverá a Cracovia de donde no volverá a salir en más de diez años. Había que estar y estuvimos.
Como son muchos los recursos en Internet que nos cuentan la historia del cuadro, no vamos a repetirla nosotros aquí. Durante buen rato estuvimos deleitándonos con esta magnífica obra pese a los irresponsables actos de restauración a que ha sido sometida durante su más que curioso pasado. El característico sfumato, más que llamativo en La Gioconda, es una de las principales pruebas de la autoría de Leonardo. Pero, al menos a mí, hay algo en el cuadro que llama poderosamente la atención y sobre lo que no he encontrado importantes referencias. La mano de la dama, sujetando el armiño (más bien se trata de un hurón albino), es una mano varonil, grande y que parece representar la mano de alguien más mayor que lo que refleja el rostro de la dama.


Siendo dos elementos perfectos en sí mismos, parecen mostrar una discordancia. Es como si mano y cara pertenecieran a cuadros distintos. Por más vueltas que le hemos dado, no hemos sido capaces de llegar a ninguna conclusión. ¿Lo quiso así Leonardo? Uno de los muchos misterios que rodean a este gran genio.
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