Me regalaron unos cuantos ejemplares y me explicaron como cocinarlos, así es que hemos vuelto a hacer nuestros pinitos en la cocina. Tras freír una cebolla y añadir un vaso de vino blanco, añadimos las setas a la cazuela.
Dejando que, a fuego lento, vayan soltando el agua y cociéndose en su propio jugo. Esta seta se define como de carne frágil y tierna, con un olor y sabor agradables. Y lo cierto es que su sabor es muy especial.
Siguiendo las recomendaciones que nos habían proporcionado, hemos procedido a congelar un plato de estas deliciosas setas para que las pruebe la ausente cuando deje de serlo en una semana.
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