En general están compuestos por cuatro o seis postes verticales generalmente de piedra denominados esquistos, sobre los que se soportan las vigas de madera que permiten amarrar de la forma adecuada a los animales para que puedan ser manipulados en la tarea de herrar.
La mayoría de ellos, que quedaron en desuso en los años 70 u 80 del siglo pasado, son estructuras muy sencillas encaminadas a un uso práctico del mismo.
Un recorrido por alguno de los pueblos de Madrid, nos permite apreciar las diferencias y singularidades de estos ornamentos rurales. Hemos empezado por Valdemanco y seguido por Bustarviejo para llegar a Cabanillas
pasando previamente por Navalafuente
para detenernos un rato en Venturada
antes de desviarnos hacia Redueña.
El eje que marca la Carretera Nacional I nos lo pone un poco difícil, teniendo que optar por los pueblos de la derecha o de la izquierda. A la derecha, algunos de los potros que podemos visitar son: el de El Berrueco, uno de los más antiguos de la zona
el medio escondido de Buitrago
Manjirón
o Cervera.
Muy cerca tenemos Robledillo de la Jara
Serrada de la Fuente
o Prádena del Rincón
camino de Montejo de la Sierra.
Podríamos seguir por esta zona pero hay que mencionar los potros del otro lado de la carretera, pasando por Piñuécar
y Gandullas.
Cerca de Buitrago, podemos visitar el potro de Villavieja del Lozoya
o un poco más lejos el de Navarredonda.
El potro de Garganta de los Montes
es uno de los más grandes y mejor conservados, lo que motivó a otros pueblos a recuperar sus potros. Muy cerca, el de El Cuadrón
o el de Canencia.
Hay muchos más potros distribuidos por la geografía de la Sierra Norte madrileña, pero los que restan, los dejaremos para próximas rutas o excursiones por la zona. Si como se suele decir, para muestra un botón, en este caso son veintiuno.
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