En algunas culturas africanas, la fórmula de despedida es, traducida a nuestro idioma, algo así como ojalá te piquen las pulgas, lo que demuestra la gran sabiduría popular de estas culturas porque las pulgas no pican a los muertos.
La llegada a casa de Argos, un cachorro de mastín leonés con pulgas incluídas, ha servido para demostrarnos que estamos vivos, ¡y muy vivos! a juzgar por como nos han puesto las pulgas.
Tras tratar al perro, al gato (por si acaso), desinsectar la casa y tratar con pomada a base de corticoides las picaduras, podemos permitirnos que Argos nos mordisquee la pierna como si fuésemos un juguete.
El nuevo integrante de la familia parece no haber roto nunca un plato...
..., pero nos hemos equivocado en el nombre, le hubiera ido mejor Atila.
martes, febrero 17, 2009
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