Había una vez un circo
Que alegraba siempre el corazón
Lleno de color, un mundo de ilusión
Pleno de alegría y de emoción
¡Qué vida más curiosa de contrastes! Nos cantaban en blanco y negro y nosotros éramos capaces de imaginarnos un mundo en color. Hoy en día, que el mundo es en color, este circo es lo más parecido a algo penoso y lamentable en blanco y negro. Aunque hayamos pasado de unas pistas circulares a un hemiciclo, aunque los leones del circo actual sean de piedra, echamos en falta unos buenos payasos. A ver, ¡payasos son! pero ¿buenos? Cada cual que se responda a sí mismo lo que prefiera. Lo único que tenemos que agradecerles es que nos hayan entretenido durante el confinamiento, gracias al lamentable espectáculo que nos han ofrecido y nos siguen ofreciendo durante la gestión de esta crisis.
Desde mi modesto punto de vista, me parecen todos los integrantes del Congreso de los Diputados un atajo de irrepresentantes absolutamente ajenos al mundo que les rodea. ¡Sin excepción! Algunos le llaman a esto democracia. Me río de ello. Se supone que la democracia la inventaron los griegos hace unos cuantos siglos. ¿Tiene algo que ver nuestro concepto actual de democracia con el del concepto del que parte? Con el modelo de democracia ateniense, en la actualidad, todos los Presidentes de Gobierno que hemos tenido hubieran tenido que dar cuentas públicas ante la Asamblea (el pueblo) acusados de alta traición y exponerse al ostracismo o a la ejecución. Obviamente hemos evolucionado y no se trata de ejecutar a nadie. Un sistema político por el cual votas a un partido y no a una persona y, además, cada cuatro años a no ser que sean tan cenutrios que no puedan ser capaces de ponerse de acuerdo, yo no lo llamo democracia; eso habría que llamarlo asnocracia.
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