Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza
entre una España que muere
y otra España que bosteza
(Antonio Machado)
Hasta no hace mucho, toda la población en cualquier lugar de España, salía a las ocho de la tarde a su balcón o se asomaba por su ventana para aplaudir a los sanitarios. Muy rápidamente ese sentido homenaje solidario se extendió a las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado y a todos los trabajadores de actividades esenciales que han hecho posible que este desastre de la COVID-19 no haya sido aún mayor. Como dijimos en su momento, el personal sanitario no hemos sido héroes. Con sentido de la responsabilidad nos hemos enfrentado a toda esta puta mierda y muchos hemos entonado, incluso, un sentido Mea culpa por el sentimiento de rabia e impotencia al que nos vimos abocados por falta de medios y de previsión. Ser el país del mundo con el mayor porcentaje de personal sanitario infectado por este "puto bicho" (más del 20%, 51849 casos a día 11/06/2020) resulta un argumento contundente.
Reconozco que me conmovió esa solidaridad manifestada por la inmensa mayoría de la ciudadanía mientras hacía un ejercicio de responsabilidad en medio del obligado confinamiento. Hemos conocido historias extraordinarias al respecto, maravillosos actos que han demostrado de lo grande que puede llegar a ser el ser humano. Pero bastó un cierto relajamiento en ese confinamiento para que toda la rabia, impotencia e indignación me devolviera a la jodida realidad de las dos Españas: la de los que convirtieron los aplausos en caceroladas en legítima protesta contra el Gobierno, pero sin ningún respeto a las medidas de distanciamiento social; y la de aquellos otros buscando un enfrentamiento directo y, en ocasiones, violento hacia los anteriores.
Da la impresión de que no hemos aprendido nada. Mientras la ciudadanía aceptaba resignada las duras y estrictas medidas tomadas durante el confinamiento, hemos podido asistir a una reedición del programa Los Payasos de la Tele y su Había una vez... ¡un circo! con el Congreso de los Diputados como plató. Mientras en la mayoría de los países, sea del color que sea el de su gobierno, ha habido unanimidad frente a esta lucha titánica que ha sido para miles de millones de personas, aquí hemos podido ver como los señores diputados vomitaban toda clase de despropósitos e improperios, sin excepción alguna. Un vómito hediondo que solo ha servido para alimentar la contenida crispación de los ciudadanos durante el confinamiento. Ha bastado un pistoletazo de salida para poner de manifiesto las consecuencias de ese repugnante vómito contagioso que nos devuelve a las dos Españas de Antonio Machado.
Españolito que vienes
al mundo, te guarde Dios
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón
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