viernes, mayo 27, 2011

Nuestra pequeña biblioteca vinciana

Nuestros últimos zascandileos por Italia han servido para aumentar lo que llamamos nuestra pequeña biblioteca vinciana. Somos grandes admiradores de los trabajos de Leonardo da Vinci, el cual ha sido protagonista de algunas entradas en este y otros blogs. Poco a poco, nos hemos ido haciendo una pequeña biblioteca sobre él o relacionada con él.



A las Notas de cocina de Leonardo da Vinci de Shelagh y Jonathan Routh, le siguieron Leonardo da Vinci y su códice para el liderazgo, de Juan Carlos Cubeiro, una muy recomendable lectura,



y, en especial, The Notebooks of Leonardo da Vinci, recopilados por Jean Paul Richter en 1888, gracias a los que pudimos contaros lo que escribió Leonardo, al revés, en su famoso Hombre de Vitruvio.





En Milán, a finales del año pasado, la visita al Museo de la Ciencia y la Tecnología Leonardo da Vinci nos permitió disfrutar de una de las exposiciones sobre reproducciones en maquetas de alguno de los inventos de Leonardo, más importantes que hay (hay muchas).



Pero ha sido en Florencia, en el pequeño Museo Leonardo da Vinci, también sobre reproducciones en maqueta de sus inventos, donde encontramos una interesante pista para aumentar nuestra biblioteca vinciana. Además de reirnos con una de las "explicaciones" en español de uno de sus inventos, digna de todo un premio a la traducción más lamentable posible,



una referencia al Manoscritto H nos llevó a realizar una exhaustiva búsqueda de los manuscritos de Leonardo, que ha dado interesantes frutos.
Dejando a un lado el Códice Leicester, adquirido hace unos años por Bill Gates por 30,8 millones de dólares (un pequeño capricho), los facsímiles de los códices de Leonardo resultan un tanto inalcanzables para nuestros bolsillos. El facsímil del Códice Atlántico, en la Biblioteca Ambrosiana de Milán, tiene el módico precio de 35.000 €. Más asequible (1.500 €) es el facsímil editado hace poco más o menos un año, del Códice Madrid de la Biblioteca Nacional. Sin gastarnos un euro, eso sí, no se trata de un facsímil pero sí una reproducción del original digitalizada, hemos conseguido los Códices Madrid I y II.





También hemos podido obtener una reproducción del Códice Trivulziano de 1891, cuyo original se encuentra en el Castillo Sforzesco de Milán.



Pero uno de nuestros hallazgos más interesantes, ya contaremos en otro momento por qué, ha sido el trabajo original del escritor italiano Luigi Morandi, de 1908, Lorenzo il Magnifico, Leonardo da Vinci e la prima grammatica italiana, que era la pista que encontramos en Florencia.

sábado, mayo 14, 2011

Florencia bien de mañana

Florencia es, sencillamente, una ciudad espectacular; pero agobiante. Son tantas las riquezas que atesora y tantos los turistas que la visitan que en ocasiones hace que te sientas abrumado. Eso sin contar las esperas en la consabida cola para obtener la entrada para la Galería Uffizi o la Galería de la Academia. Mi recuerdo de la Galería Uffizi, de una visita anterior hace ya unos cuantos años, era un poco penosa debido al afán turístico de querer verlo todo, aun a costa de acabar viendo convertidos tus pies en muñones. Por eso, en esta ocasión, nos lo hemos tomado con más calma. Pero vayamos por partes.



El Duomo de Santa Maria del Fiore, en pleno casco antiguo, es hermosa por fuera. Su interior resulta un poco decepcionante; parece como si hubieran destinado todos los esfuerzos y los medios para el exterior.



Lo más característico es su cúpula de 45 m de diámetro y 100 de altura diseñada por Filippo Brunelleschi y decorada, en su interior, por los frescos de Giorgio Vasari que en este año se celebra el 500 aniversario de su nacimiento.



El Campanile, diseñado por Giotto, se alza majestuoso junto al Duomo, desde donde se puede apreciar la hermosura de esta ciudad.





Mientras la troupe se pone en marcha por las mañanas, a mí me gusta darme un paseo matutino por las ciudades que visitamos. Es cuando realmente se descubre la ciudad. Florencia, bien de mañana, es todavía más encantadora.





Nada que ver con la efervescencia turística de unas horas después.



A esas horas una frenética actividad tiene lugar. Se limpian las calles, los florentinos acuden a sus trabajos. Tomar un expresso o un macchiato mientras escuchas conversaciones cotidianas en la lengua toscana que no comprendemos, pero que resulta agradable de oir, resulta fascinante, como el Ponte Vecchio, vacío a esas horas.





Aunque siempre habrá que esperar a la hora turística habitual para la visita de la Galería Uffizi para admirar la Adoración de los Magos de Leonardo da Vinci o el Nacimiento de Venus de Botticelli.



La estrecha vigilancia a la que uno se ve sometido para no utilizar la máquina fotográfica pudo ser burlada en esta ocasión, pero no así en la Galería de la Academia ante el imponente David de Miguel Ángel.
Podríamos escribir un libro sobre Florencia pero no vamos a hacerlo: nunca podríamos terminarlo. Eso sí, si váis por Florencia os recomendamos una visita bien de mañana.

sábado, mayo 07, 2011

La Scuola del Mondo

Con este lema, La Scuola del Mondo: Disegni di Leonardo e Michealangelo a Confronto, se desarrolla en Florencia una exposición en la casa de Buonarroti desde el 20 de abril hasta el 1 de agosto de 2011.



En gran medida, es así como puede denominarse a la ciudad de Florencia, Patrimonio de la Humanidad y cuna de grandes artistas del Renacimiento. Leonardo da Vinci y Miguel Ángel, toscanos ambos aunque ninguno nacido en Florencia, contribuyeron al enriquecimiento cultural de esta maravillosa ciudad. En el exterior de la Galería Uffizi, las estatuas de ambos comparten protagonismo con otros ilustres como el florentino poeta Dante Alighieri.





Vasari, en su libro Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos nos habla del desprecio mutuo que se profesaban. A su regreso a Florencia en 1503, Leonardo, 23 años mayor que Miguel Ángel, se encontró con un joven que deslumbraba ya a la ciudad con sus obras. Se constituyó un consejo para determinar la ubicación del impresionante David que Miguel Ángel acababa de esculpir, una de las esculturas más famosas del mundo cuyo original se encuentra en la Galleria dell'Accademia actualmente.



Leonardo formaba parte de ese consejo y propuso colocarla detrás de un murete frente al Palazzio Vecchio para que no molestase en las procesiones y los actos públicos. El original estuvo en la Piazza della Signoria hasta 1873. Desde 1910 una réplica de la escultura ocupa el lugar del original en la fachada del Palazzio.



En la pared del Palazzio, muy cerca de la esquina que queda próxima a la Galería Uffizi, se aprecia uno de los primeros grafitis escultóricos que popularmente es atribuido a Miguel Ángel, un supuesto autorretrato que según cuenta la leyenda fue esculpido por el artista de espaldas a la pared.



Leonardo y Miguel Ángel coincidieron poco después cuando fueron elegidos para decorar el Salón de los Quinientos del Palazzio Vecchio. Debían realizar cada uno un fresco de una batalla: la de Leonardo sería la de Anghiari sobre la pared de la derecha, en la que los florentinos vencieron a los milaneses; y Miguel Ángel representaría un episodio de La batalla de Cascina, acaecida en 1364, en la pared opuesta. Las dos pinturas debían realizarse sobre unas paredes de 7 metros de alto por 17 metros de largo. Miguel Ángel abandonó pronto el proyecto al ser llamado a Roma por el Papa Julio II, concluyendo apenas el cartón de su obra. Leonardo, con serios problemas técnicos, tampocó la terminó, pese a que, para evitar lo sucedido en La última cena de Milán, recurrió a la técnica del encausto. Ambas obras se han perdido y solo se conservan copias de otros autores, una de Bastiano da Sangallo de la parte central de La batalla de Cascina, y la de Rubens en el Louvre de La batalla de Anghiari.





Benvenutto Cellini en sus memorias dijo de ellas: Mientras estuvieron intactas, fueron la escuela del mundo.


Continuará: Florencia bien de mañana