sábado, mayo 09, 2020

Rabia, impotencia… y ahora indignación

Todos los días, al término de la jornada laboral en mi Centro de Salud, a las 9 de la noche, regreso en coche a mi casa que se encuentra en una población diferente pero vecina a la de mi puesto de trabajo. Durante la última semana, lo que he visto me ha resultado indignante. Las medidas de permitir salir de casa, con limitaciones, me causan un verdadero estupor puesto que, visto lo visto, no se respetan en lo más mínimo. Durante estos días he visto más romerías que paseos saludables.  Y eso hace que se me abran las carnes. La situación no está ni mucho menos controlada. Estamos indudablemente mejor que hace unas semanas, pero eso no significa que el problema no siga estando ahí. Diariamente seguimos viendo y diagnosticando casos de COVID-19 en un goteo lento pero constante. No resulta nada extraño que Madrid deba permanecer aún en la fase 0 de esta desescalada; y si me apuráis, a este paso deberá seguir en esa fase si no se apela al sentido de la responsabilidad de los ciudadanos.
Hemos pasado, al menos yo, de la rabia y la impotencia que nos ha sacudido durante todas estas semanas, a una indignación por todos esos comportamientos censurables a la par que irresponsables que cada día contemplo. Quien más, quien menos, ha vivido el horror del azote de este “puto bicho” entre su familia o sus amigos. Al dolor de las pérdidas humanas se ha sumado el de no haberse podido despedir del ser querido. Detrás de esa horripilante cifra de muertos que no para de crecer, hay personas con nombre y apellidos. Vidas que se han visto segadas de un plumazo. La mayoría de ellos, personas mayores que desgastaron su vida para que nosotros pudiéramos tener la nuestra.
El personal sanitario, como el resto del personal de los servicios esenciales que hemos estado ahí, nos sentimos cansados y exhaustos a estas alturas. Y lo que es peor visto lo visto, con la sospecha de que ese temido repunte haga su aparición en los próximos días para generar más daño no sólo desde un punto de vista sanitario. Muchísima gente lo está pasando aún peor porque al dolor y la rabia de la pérdida de sus seres queridos, se suma el de la inquietud y la incertidumbre frente a sus necesidades más básicas: sacar a su familia adelante en medio de una crisis económica tan brutal como la sanitaria.
Romeros de turno que salís a la calle con la despreocupada actitud del que sale de fiesta, por favor, sentido común, responsabilidad y un poquito de solidaridad con todos aquellos que de una forma u otra, o las dos, lo están pasando mal o muy mal.

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